La magía portuguesa
“En semana santa siempre llueve tío.” – Me dijo Macarena algunas semanas atrás. Y de hecho hoy es el domingo de la resurrección y es un día nublado, estamos a 13 grados y esta semana ha llovido. Son días fríos y poco excitantes, pero lo bueno es que toda la semana estuvimos fuera de Granada.
El lunes viajé a Oporto desde Sevilla. Estuve en Oporto hasta el miércoles y de ahí viajé a Lisboa. Oporto era una ciudad muy bonita. Con edificios coloridos y un río que separaba dos partes de la ciudad, pero con un gran puente de por medio. Cuando vi el puente por primera vez, me acordé de Budapest, y como la ciudad esta unida por un puente que separa Buda y Pest.
En Oporto visitamos entre otros, una bodega de vino, diversas catedrales y la Librería Lello; una librería situada en el centro histórico que ha sido reconocida como una de las más bellas del mundo. Que, por cierto, también inspiró a J.K. Rowling cuando escribía Harry Potter.
En la Librería Lello, me compre un clásico: Drácula, escrito por Bram Stoker. Hace tiempo que quería leerlo, pero al ver esa edición en Lello con el borde dorado, me animé a comprarlo. Así que este verano, ¡me pondré a leer Drácula!
Viajé a Portugal con mis compañeras de piso; dos mexicanas y una francesa. Fue un viaje muy interesante, porque la diferencia entre nuestras formas de hacer las cosas era eminente. Sin embargo, la pasamos bien.
Lisboa me pareció poco interesante. Es una ciudad mucho más grande que Oporto y a mi parecer poco encantador. Pero cuando estábamos en Lisboa, tomamos el tren y pasamos un día en Sintra. Una pequeña ciudad que fue declarada Patrimonio de la Humanidad por la Unesco. Al llegar entendimos exactamente el porqué. Sintra parecía un pueblo sacado de un libro de cuentos de hadas. Era hermoso, con edificios que combinan los estilos morisco, gótico, mudéjar, manuelino, barroco e italianizante.
En Sintra visitamos entre otros el Palacio da Pena. Un palacio que fue residencia real durante el siglo XIX. El Palacio da Pena es un palacio emblemático del estilo romántico.
La verdad es que no me molesta no haber estado en España para ver las procesiones de semana santa. Personas vestidas con trajes de Ku Klux Klan no me interesan. Aunque ellos se hayan vestido así desde mucho antes y aunque sea simbólico de “esconder” los pecados y de Dios-sabrá-qué-más.
Siempre me ha incomodado la obsesión que los católicos tienen con mártires, santos y imágenes. A caso nunca leyeron la parte de la Biblia que dice:
“No debemos imaginarnos que el Ser Divino sea semejante a oro, o plata, o piedra, semejante a algo esculpido por el arte e ingenio del hombre”. (Hechos 17:29).
O: “Mi gloria no la daré a otro, ni mi alabanza a las esculturas” (Isaías 42:8).
Pero bueno, lo que no me incumbe no me afecta.
Gracias por leerme.
El lunes viajé a Oporto desde Sevilla. Estuve en Oporto hasta el miércoles y de ahí viajé a Lisboa. Oporto era una ciudad muy bonita. Con edificios coloridos y un río que separaba dos partes de la ciudad, pero con un gran puente de por medio. Cuando vi el puente por primera vez, me acordé de Budapest, y como la ciudad esta unida por un puente que separa Buda y Pest.
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En Sintra. |
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En una bodega de vinos en Oporto. |
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En Sintra. |
En Oporto visitamos entre otros, una bodega de vino, diversas catedrales y la Librería Lello; una librería situada en el centro histórico que ha sido reconocida como una de las más bellas del mundo. Que, por cierto, también inspiró a J.K. Rowling cuando escribía Harry Potter.
En la Librería Lello, me compre un clásico: Drácula, escrito por Bram Stoker. Hace tiempo que quería leerlo, pero al ver esa edición en Lello con el borde dorado, me animé a comprarlo. Así que este verano, ¡me pondré a leer Drácula!
Viajé a Portugal con mis compañeras de piso; dos mexicanas y una francesa. Fue un viaje muy interesante, porque la diferencia entre nuestras formas de hacer las cosas era eminente. Sin embargo, la pasamos bien.
Lisboa me pareció poco interesante. Es una ciudad mucho más grande que Oporto y a mi parecer poco encantador. Pero cuando estábamos en Lisboa, tomamos el tren y pasamos un día en Sintra. Una pequeña ciudad que fue declarada Patrimonio de la Humanidad por la Unesco. Al llegar entendimos exactamente el porqué. Sintra parecía un pueblo sacado de un libro de cuentos de hadas. Era hermoso, con edificios que combinan los estilos morisco, gótico, mudéjar, manuelino, barroco e italianizante.
En Sintra visitamos entre otros el Palacio da Pena. Un palacio que fue residencia real durante el siglo XIX. El Palacio da Pena es un palacio emblemático del estilo romántico.
La verdad es que no me molesta no haber estado en España para ver las procesiones de semana santa. Personas vestidas con trajes de Ku Klux Klan no me interesan. Aunque ellos se hayan vestido así desde mucho antes y aunque sea simbólico de “esconder” los pecados y de Dios-sabrá-qué-más.
Siempre me ha incomodado la obsesión que los católicos tienen con mártires, santos y imágenes. A caso nunca leyeron la parte de la Biblia que dice:
“No debemos imaginarnos que el Ser Divino sea semejante a oro, o plata, o piedra, semejante a algo esculpido por el arte e ingenio del hombre”. (Hechos 17:29).
O: “Mi gloria no la daré a otro, ni mi alabanza a las esculturas” (Isaías 42:8).
Pero bueno, lo que no me incumbe no me afecta.
Gracias por leerme.
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